30 septiembre, 2007

Reflexiones domingueras

Sin pretender hacer una redacción que analice meticulosamente el comportamiento humano, es mi necesidad de este día expresar algo que anda merodeando mi cabeza.
Esta mañana-tarde de domingo, estaba tranquilamente tomándome mi café cuando en la televisión comienza mi martirio dominguero, Atlas vs. Pumas. ¡Demonios! Porqué hoy, porqué a mí, porqué ahora que estoy tomándome un rico café que me hace sudar en esta mañana-tarde de domingo.
Realmente nunca encontré una respuesta que pudiese explicármelo, sin embargo una idea golpeó mi cabeza. No será acaso que debido a la estúpida y mal encausada guerra de los géneros, hemos buscado actividades que sean incomprensibles para el otro y las hemos adoptado como los símbolos de ambos géneros.
Que ¿A qué me refiero? Un hombre (generalmente) encuentra un inexplicable placer a la hora de ver a un montón de hombres en pantalones cortos y medias hasta las rodillas que corren y sacan su virilidad (a pesar de su forma de vestir) para perseguir un balón. Mujeres, imaginen el cuadro. Hombres vestidos de niños que se pelean, se insultan (y que por eso ganan millones) y usan esas camisas horribles con colores incombinables, todo eso por meter un balón en un espacio de 6x2 (llamado cancha) en un una hora y media. Lo irónico es que a lo mucho, 20 cabrones sólo pueden meter ¡6 goles por partido! ¡Já! ¿Ahora entienden el problema con los retretes? Esta actividad que se repite inevitablemente cada domingo, pertenece al castigo que los hombres le imponen a las mujeres, sin embargo las mujeres no nos eximimos de ser cabronas e incomprensibles para ellos.
Tenemos la habilidad de gastarnos en un día cantidades que son inexplicables e injustificables, nuestra maldita fijación por los zapatos y las bolsas es una parte de lo que los hombres no se pueden explicar de los nosotras, lo peor del caso es que podemos gastar más de mil pesos en un par de zapatos que los hombres puedes ver feos o simplemente no percatarse. Es decir, las mujeres gastamos cualquier cantidad de dinero, no para impresionar a los hombres, sino para sentirnos capaces de impresionar a otra mujer.
Las conclusiones a las que llego, no son muy alentadoras, ya que ninguno de los dos géneros trata de buscar un equilibrio, estamos tan ensimismados en nuestras pasiones que no permitimos entender la del otro, aunque se nos haga estúpida y sin fundamento. Creo que es mejor recordar que los dos, tanto hombres como mujeres tenemos fascinaciones que pueden no tener sentido, así que mientras las mujeres salgamos los domingos a comprar mientras ellos se quedan en casa viendo el futbol, podemos tener una convivencia pacífica (aunque la pasión de las mujeres requiera más dinero y la de los hombres la terminemos limpiando nosotras).

1 comentario:

Joisy dijo...

me encanto tu blog :D


Somos minas !
y que??
:p

Saludoss