26 septiembre, 2007

Un sueño, espeso como sangre de gato.

Por Karely Hernández

-El purgante era rojo, y sabía bien feo… era como sangre de gato.

Ese fue el remedio que a Mema le dio una enfermera, tras haber sufrido una extraña enfermedad que terminó en una noche de puro terror.

-Una tía (ella denota que su nombre no es importante) antes era muy así de qué… de esas que creen que a lo mejor me estaban haciendo maldad, entonces me llevó con una enfermera.
Esta mujer, aparte de ser enfermera, sostenía que tenía el poder de ser posesa por algún santo o espíritu. Ensalmó a Brenda, quien se mantenía escéptica debido a sus fuertes creencias religiosas, sin embargo ante la desesperación de no encontrar una respuesta a su enfermedad, dejó que aquella mujer la ensalmara y le diera a beber una purga. Brenda recuerda con un recelo que lo demuestra en la mueca de su cara, es como si yo le hubiese mostrado esa purga roja que ella creía que era –sangre de gato-.

Brenda Noemí Parra Ruíz, cariñosamente llamada Mema, es ahora una estudiante de la carrera de Comunicación en la Universidad Juárez Autónoma de tabasco. De una apariencia frágil y tímida, Brenda es una de las mejores estudiantes de la carrera, pero como todos, guarda consigo una serie de historias que merecen la pena contar.

En una tarde muy calurosa, Brenda me espera en la biblioteca Manuel Bartlett, de la Universidad dónde estudiamos las dos. ¡Gracias a Dios en la sala de lectura hay clima! Y se puede platicar a gusto -irónico para ser una sala de lectura-. La encuentro y comienzo pedirle que me platique su experiencia. Como si le hubiese encontrado el botón de encendido, ella comienza a rienda suelta a contarme la historia. Escucharla hablar con tanta pasión, es como verla cuando participa en clases, de su figura delgada y pequeña surge una voz temblorosa pero segura que se impone y exige completa atención.

-Cuando tenía 10 años en 1997 estuve como 8 meses enferma –comienza Mema-, realmente nunca supe de qué, porque era una enfermedad como rara. Mi mamá me llevó a Puebla, porque no veía nada de mejoría en mí.

Quizás el clima o el hecho de estar lejos de casa, logró una recuperación aparente en Brenda, por lo que su madre decide regresar a Teapa, el lugar dónde han vivido desde siempre. -En mi casa sólo viven mujeres- dice ella con cierto orgullo. -Cuando regresamos, nos confiamos de mi mejoría, pero no fue así.

Cada día adelgazaba más, la comida le provocaba asco y la vomitaba. Ella recuerda que cada noche antes de enfermar, comía cereal con plátano, que eso le gustaba mucho, sin embargo pronto, empezó a rechazarlo pues su olor y su sabor le parecían desagradables. Tal vez se trataba de una enfermedad emocional psicosomática, sin embargo, para una niña de 10 años, enfrentarse a una situación así, no es fácil y menos para las personas que la rodean. Así, agotaron todas las posibilidades para encontrar el remedio que pusiera fin con aquella extraña enfermedad.

Eran las 10 de la noche de un día de junio como cualquiera, exactamente una semana después de la ingesta del espantoso brebaje rojo que Mema recuerda como la sangre de gato. Brenda se prepara para dormir, antes de hacerlo, comienza el ritual nocturno. Nada le indicaba que esa noche, algo extraordinario sucedería. –Todas las noches antes de acostarme me tomaba un vaso de Chocomilk, rezaba un ángel de mi guarda, un padre nuestro y un ave maría frente al altar que teníamos en el cuarto, y dormía con mi hermana, en camas separadas.

El altar lo componía una virgen de Guadalupe, un Cristo y una veladora que no siempre permanece encendida. Este altar se encontraba al pie de las dos camas de las hermanas, así que como todas las noches, ella hizo sus oraciones, haciéndola sentir más cercana con Dios. En particular, esa noche ella se sentía muy cansada, y recuerda cómo se apresuró para ir a dormir. De inmediato se quedó inmersa en un sueño profundo, pero ni en sueños imaginó lo que la despertaría esa noche.

Alrededor de la 1 de la madrugada, algo interrumpe el espeso sueño de Brenda, sentía como si alguna fuerza inexplicable la hubiese obligado a abrir los ojos en automático. De pronto, una voz de hombre, terrorífica y gruesa –así como en las películas de terror que a veces pasan, que el señor… qué el espíritu ese, o el fantasma te habla y se burla de ti (…)

Ella no se podía explicar lo que estaba viviendo, no entendía de dónde provenía esa voz, ¿qué estaba pasando? –esa cosa me nombró, me dijo Brenda y se empezó a morir de risa, las carcajadas eran muy intensas muy fuertes… llegué a pensar que se había levantado mi hermana-

Un escalofrío intenso recorrió todo su pequeño cuerpo de 10 años de edad y no podía encontrar una respuesta posible. Así como estaba ella, congelada en su cama sin poder pensar en otra cosa que no fuera la voz que la llamaba. En su cabeza pasó la idea de gritarle a su mamá, aunque entendió que no era buena idea, pues no sabía si la voz que escuchaba era de alguien que pudiera hacerle daño en verdad.

Al notar que su hermana no despertaba, ella se preguntaba -¿Por qué sólo yo la escucho?, ¿Por qué, si esa voz está gritándome con todas sus fuerzas, nadie más que yo puede oírle?
Ella permaneció –quietecita- en su cama, usó su sábana para cubrirse, con un miedo que la dejó pasmada. Por ningún motivo se movió ni salió corriendo, -pensé en quedarme quietecita, no me iba a arriesgar a ver cosas peores- y entonces ella encontró la solución perfecta que hizo que todo desapareciera.

-En ese instante empecé a orar, recé tres padres nuestros y tres aves marías, desde el momento que empecé a orar ya no escuché nada, la oración fue interior, en silencio, para evitar hacer ruido.

Todo se esfumó; esa voz macabra, las carcajadas y los clamores hacia ella, así de pronto y como por magia divina. Después de haber vivido una experiencia que la dejó atónita por un momento, de repente cayó anestesiada, fue presa de un sueño profundo, como si todo hubiese sido la peor pesadilla de su vida.

-Hasta el otro día me desperté como a las 7 de la mañana, y les pregunté a mi mamá y a mis dos hermanas si alguna de ellas había escuchado esa voz- nadie asintió. Todos pensaron que se trataba de un mal sueño, sin embargo Brenda está convencida que tuvo una experiencia sobrenatural.

A partir de ese momento, ella tuvo que lidiar con la confusión de lo que sucedido, sin embargo, después de haber escuchado aquello, todos los malestares que la mantenían enferma comenzaron a desaparecer. Ahora la voz y la enfermera que le dio el brebaje, pertenecen al pasado, un pasado que no puede olvidar. ¿Y cómo no? Si todavía le recorre ese escalofrío y recuerda ese sabor en su boca. De aquel sueño espeso como sangre de gato.

*crónica-redacción para una clase de Periodismo II

2 comentarios:

Rafael López Castañón dijo...

si me gustó



=)







y se me antojó el cereal pero me da asco pensar en la sangre espesa de gato..




cuídate, beso!

Hugo Reynaga dijo...

Yo creo que todo lo inventó.
Sólo busca atención.

U_____U

Pero linda redacción.

=D