11 noviembre, 2008

Memorias

él vive dentro de su mundo de sombras y recuerdos, los años le han blanqueado los cabellos, su piel es una hoja amarillenta y arrugada, cual libro que se envejece en un estante. su nariz es grande y abultada, como si con los años ahí se le hubisese acumulado la sabiduría. sus piernas casi quebradizas sostienen un bulto de huesos frágiles y sus gatitos, como él los llama, ya no se asoman cuando dobla enérgicamente sus brazos. la constitución de aquel hombre recuerda lo efímera que es la existencia. pero hay algo de mágico en él, no es su olor a neftalina, que al parecer se impregnó en su piel con el paso de los años, ni su lento andar en el que parece que lleva sus años a cuestas. es aquella memoria que parece tan impropia en aquel cuerpo prolijo.
-yo me casé en el 38 -recuerda- y antes la compré. iba todos los días caminado desde Nacajuca a Nueva Zelandia(*), y una vez terminado de trabajar, pasé a la tienda de don Ernesto Estrada, y ahí la compré, una Lupita montada en un cuadro vestida de tela de espejo, porque así es como se llama la tela, ya no recuerdo cuánto me costó, pero estaba preciosa, de colo blanco con esa cara tan linda. ya no la puedo ver, pero la tengo en mi mente y la miro así, cuando yo quiero.-
-No se las di porque ya no la quisiera cuidar, sino porque sé que a ustedes los cuidará.- recuerdo que la metí en mi maletín y la traje hasta la casa y ahí la tuve por muchos años, cuidándola.-
Relataba la historia de un cuadro de una virgen de Guadalupe que regaló a mi familia, para el beneplácito de los presentes que lo escuchabamos, mientras estaba en la cama de un hospital, en espera de un nuevo marcapasos que prolongue sus años de vida, para que siga añorando, para que siga recordando...


(*Nueva Zelandia, explicó más tarde mi bisabuelo, es un lugar cerca de Cárdenas. Para los que no son de Tabasco, es un municipio del Estado)

5 comentarios:

Amorexia. dijo...

Hay que escuchar a los viejos y de sus creencias y a;oranzas hacer un amacijo de pasado que os sostenga.
Es bueno tener raíces para no andar por allí tan liviano por el mundo.

Saludos a deshora.

Javier dijo...

amo las historias de los abuelitos!!! Ojalá algún dia tenga algo que contar..aunque sea a mis plantas...

DuNa dijo...

Sabios relatos de vida, nuestros abuelitos son el vivo ejemplo de una enciclopedia de vida andando, la verdad es que sus anecdotas nos hacen ver la realidad, y nos hacen de los momentos a su lado, de los mas sustanciosos.

la vida los compensara.

· dijo...

Lindo relato... pero los santitos y las virgencitas, me revuelven el estomago (lo que pasa cuando se estudia en escuelas católicas).

Fa dijo...

A esto me refería.

Gracias por todas las letras, en especial por éstas que están de vuelta.