radiOgrafías (primera parte)

ella despierta a las 5:45 para salir a correr, prende su ipod y lo sincroniza con su mejor repertorio de música pop. regresa y desayuna fruta con granola y yogurt, se peina el cabello con aire caliente y se prepara a hacerle frente con su cara maquillada de clinique. sube en tacones del 1o y contesta las primeras llamadas de día que le demandan, salga de su casa pronto para reunirse en interminables juntas de infructiferos cambios de ideas.

él despierta a las 12: 45 de la tarde, cansado de la desvelada, curtido en su sudor y su saliva. se lava la cara logrando esquivar los libros y las ropas que ha dejado acumuladas de días atrás. su gato ronronea en aquella ventana donde tiene esa planta que está muerta como su rostro. sale a comprar un café que deberá de hacerla de desayuno y un paquete de cigarros que disfrazará su necesidad de alimento alguno. llega a casa y se sienta en aquella silla que ya tiene marcadas las cicatrices de su cuerpo, y pasa el resto de la tarde, acumulando colillas que parece que se desbordan como una gran montaña de tiza.

llega la noche en la 302 del hotel de siempre, se desvisten y se observan, quedando sólo el recuerdo que aquellos días que los hacen tan diferentes. se tocan y se envuelven en aquel sudor que los hace sólo seres excitados que están a un paso de fundirse, de quedarse desnudos sin estereotipos, sin juicios, sin diferencias.